En el Cine con Dios

Hoy es domingo y no he ido a Misa.

He dudado un tiempo, lo reconozco, y he estado a punto de echarme para tras un par de veces. En el fondo, me hería cierto sentimiento de culpa. Sin embargo quería ponerme a prueba. No se si he aceptado por el hecho de que no piensen que soy un católico rancio, o por poner a prueba realmente mis teorías teológicas, el caso es que en vez de en Misa, estaba en el cine. 

Lo que se hace por Amor, si uno se descuida, tarda poco en convertirse en vacía norma rutinaria...y los hábitos nos hacen la vida cómoda y ordenada hasta que nos privan de libertad. He decidido por tanto abstenerme del hábito dominical para experimentar la sed que me provoca Su "ausencia", hacerme consciente de la culpa y recobrar con frescura renovada la Libertad desde el Amor. 

Sin duda el Mensaje de Jesús es tan bestia y humano que me sigue escandalizando. Gracias a San Ignacio de Lolyola, sin embargo, gozo de ciertos tiempos de gracia y de la relación de un Dios tan cercano, que se va conmigo al cine. Un Dios que se atrevía a decir que ya no se le adoraría en templo alguno, sino en espíritu y verdad (Jn 4, 20-24)...un Dios que se identificaba tanto con el dolor de los marginados, los pobres, las putas y los excluidos, que los convirtió en sacramento (Mt 25, 31-46), un Dios que prefería amar y hacer feliz a las personas que santificar las fiestas (Lc 14,1-6), y que sin embargo, gozaba de una vida de oración profunda y verdadera (Mc, 14-32). 

Cometemos la estupidez sin embargo de sentirnos culpables de no ir a Misa un domingo, y sin embargo pasamos por encima de cada pobre que vemos en la acera, tenemos prisa cuando hablamos con nuestros abuelos y somos raudos en destripar los chismorreos y airear las desavenencias de cada una de las vecinas. La Fe queda encorsetada en la asistencia de cuerpo presente a las celebraciones, y en algunos casos, la observancia obsesiva de todo lo relacionado con lo genital...la Espiritualidad queda como una obscena mancha borrosa, desforme y contradictoria. No pretendo generar excusas para no vivir la Fe...ni pretendo justificar el follisqueo, ni plantear que cada uno se confiese en casa y vaya al fútbol en vez de a la Iglesia. Sin embargo, lo que no se vive desde el Amor no tiene sentido alguno. 

No tiene sentido por tanto hacer sellar a unos niños para que creen un hábito que les genere culpa, ni amenazar a los confirmandos con la posibilidad de no confirmarlos en algo que no viven ni entienden todavía. Lo que sí tiene sentido es enamorarse, y enamorar a los demás con el Amor que uno siente. Un Amor que no tiene envidia y que no tiene celos. Un Amor que el domingo que viene no me preguntará dónde estuve la semana pasada, porque si el encuentro es real, ese Amor no te abandona nunca. Sinceramente, mi hábito es tan profundo, y mi amor tan grande...que no podré esperar hasta la semana que viene para visitarle en su casa...sin embargo iré consciente de que con quien fui al cine fue con el mismísimo Dios, quien me convocó allí fue Él para darme un mensaje de esperanza...y cada día se hace más presente en mi vida, y me recuerda que no hay mucho más Dios en las Iglesias (exceptuando quizás el sagrario) que en una mesa rodeada de buenos amigos que se quieren y comen del mismo pan...y del mismo vino.

Abramos nuestros ojos a un Dios que se nos hace presente en cada momento de nuestra vida...y abramos nuestro corazón a su propuesta de ternura...porque unos ojos miopes desforman la realidad, y un alma miope desforma a Dios hasta convertirlo en un fantasma normativo y vacío. No obstante,aunque nos dieran las gafas, está en nuestra mano ponérnoslas o no...


Comentarios

  1. Que curioso... yo me sentí así el domingo por la mañana... harta de una rutina, culpable de no ir, consciente de que le necesito pero que puedo encontrarle cada instante en el Amor... paradojas de la vida!

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    Respuestas
    1. Quién sabe...quizás esta entrada me la encargó para ti...

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  2. Un final revelador, Omar.

    Acompañado de una obra maestra.
    Entre otras cosas, me quedé con la banda sonora de aquella gran película.

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  3. Tu Amor es contagioso, te lo aseguro. Ojalá mucha más gente fuera capaz de amar con la intensidad con la que haces tú, sin importar a quién.

    Intocable, asignatura pendiente...

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