Reflexiones sobre el Guerrero de la Luz

Al Guerreros de la Luz  no le tiran flores por los sitios que pasa. No siempre la vida le sonríe. Enferma, se enfada, puede morir, le muerde la soledad. El Guerrero sin embargo sabe contemplar unos segundos las tragedias de su vida como un observador imparcial. Sabe que su malestar y su sufrimiento son un diccionario que le enseñan a leer la vida, a ser agradecido, y sobretodo a acoger el sufrimiento y el malestar de los otros.

El Guerrero no olvida que las flores más hermosas y las hortalizas que le dan de comer, muchas veces se abonan con heces, así que vive los avatares de su existencia como el abono que le permite crecer, dar fruto, y trascender el propio Yo.

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