Política y Bondage

 Mi complejo de imbécil crece por momentos, y en realidad eso no es nada nuevo, desde los últimos años me he ido sintiendo más y más imbécil cada vez, sobretodo cuando escucho el telediario, leo la prensa, recibo cartas del banco, o peor aún, cuando me he visto moralmente obligado a acudir a las urnas como el que acude al matadero.

 Sin embargo empiezo a sentir una innovación, y es que el complejo de imbecilidad se está transformando en rabia. No es tampoco de extrañar, ya que el panorama social y político, además de vergonzoso, uno lo empieza a percibir como peligroso, y los psicólogos sabemos que ante una situación de peligro, sólo se pueden hacer dos cosas: huir o atacar.

 La huida es en principio la primera opción que viene a la mente, y es la que están eligiendo muchos españoles, sobretodo jóvenes...la opción de largarse a países más prósperos y lógicos, con una maleta y una mano libre para taparse el culo. La otra opción es más difícil, y requiere, no tanto un bidón de gasolina y un mechero, como un ejercicio de consciencia. La consciencia nos puede hacer ver que la situación que vivimos es, sin duda, responsabilidad de una política mediocre y putrefacta que ha convertido las autonomías en burdeles pagados con nuestros impuestos, y de unos bancos sin escrúpulos que vendían hasta a su propia madre si con ello sacaban tajada. Pero lo doloroso de este ejercicio de consciencia es darse cuenta de la responsabilidad que uno tiene en este berenjenal. Todos y cada uno de nosotros, que cogimos la manzana que los bancos de Adán nos entregaban, todos la mordimos deseando ser como dioses. Y lo peor, todos permitimos y seguimos permitiendo que nos representen personas sin liderazgo, muchas veces constructos sin personalidad, personajes creados por ideólogos de partidos sin ideas, más que la de sacar tajada, lo mismo que los bancos. Hemos permitido que nos cobren para que fulanos que se empalman con la idea de gobernar (aunque fuera en una junta de vecinos) se gastaran el dinero en putas, en mariscadas, en coches oficiales o en cruceros.

Les dimos la responsabilidad de proteger nuestras costas, y las convirtieron en hoteles de 5 estrellas. 
Les dimos la responsabilidad de proteger los campos, y se hicieron en ellas sus chalés de lujo.
Les dimos la responsabilidad de promover la Educación y la convirtieron en un juego de tronos
Les pedimos que equilibraran las desigualdades sociales, y equilibraron sus cuentas bancarias con los marajás
Les pedimos que gestionaran las obras públicas, y publicaron en el boe las concesiones a sus amigos
Les dimos nuestra confianza y ellos la violaron. Les dejamos ejercer su derecho de pernada, y se follaron a nuestras mujeres mientras nosotros mirábamos. Siendo jóvenes, cuando empezábamos a votar y a sentir la responsabilidad política como ciudadanos y ciudadanas, desvirgaron a nuestras mujeres antes del matrimonio, violaron nuestra inocencia política y nosotros lo presenciamos, como boyeurs enfermizos. 

Como digo, lo peor de la consciencia es darse cuenta de que hemos permitido este banquete orgiástico en cada ayuntamiento de municipio, región y autonomía. Hemos permitido que nos mientan en la cara, como partícipes activos de un bucaque o de una lluvia dorada. Nos hemos sollado las rodillas de practicar felaciones en cada miting, cada debate del estado de la nación y cada proceso electoral.  Tenemos la Garganta Profunda de tragar mentiras. Tenemos las mejillas henchidas de las tobitas que recibimos en cada telediario y en cada debate electoral. Y la culpa es nuestra, que acudimos sumisos a las urnas, y mordemos las almhoadas ante la realidad frustrante. Escuchamos las críticas de la derecha cuando la izquierda sube el IVA y escuchamos las críticas de la izquierda cuando lo sube la derecha, y vamos a comprar el pan, ricos y pobres, y nos penetran el bolsillo, y nos latigan la espalda como en un show de BDSM. Como mucho nos quejamos, pero en realidad los gemidos forman parte del show, porque el sodomita sabe que a su torturador le gusta torturar, y el torturador sabe que aunque el sodomita grite, en realidad le volverá a pedir más azotes...como nosotros volveremos a pedir al partido anterior que venga a solucionar lo que está mal, como judíos en busca de un mesías que aregle el juguete que nosotros hemos roto. 

Pues bien, no hay mesías que arregle esto. Superemos ya la frustración infantil. Superemos esta perversión sexual. Transformemos nuestra rabia en cambio. Que el que tenga comparta, que el que sepa hacer ponga a disposición, y que el que sepa hacer mejor las cosas, utilice las herramientas que la democracia le ofrece. Si tienes ideas, forma un partido, si no te gusta como funciona, no votes a los de siempre (porque no se puede esperar consecuencias diferentes con las mismas acciones). Si no estás dispuesto a nada, no te quejes, y asume que disfrutas poniéndote a cuatro patas, y que tus quejidos no son más que gemidos de placer de un burgués acomodado y entumecido. No pasa nada porque lo seas, a fin de cuentas es lo que esperan de nosotros, pero sal del armario, y di que esta sociedad del bienestar te ha acomodado tanto, que no estas dispuesto a moverte ni siquiera para salvarla. Puedes seguir disfrutando de más fútbol de lunes a domingo, prensa rosa truculenta y realitis donde canis se disputan el amor de las chonis.

 Los demás, llenemos las cáritas, las firmas de las propuestas legislativas populares, agotemos las papeletas de los partidos minoritarios, aprendamos a vivir con menos y a disfrutar más, distingamos lo necesario de lo accesorio, asociémonos, leamos y actuemos, distingamos la b de la v y digamos que IBAN a subir el IVA, porque es mucho lo que podemos hacer para cambiar las cosas, con políticos o sin ellos, y lo que ellos han hecho mal es también nuestra responsabilidad. 

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Creo de todo corazón en el lema “El mejor gobierno es el que tiene que gobernar menos”, y me gustaría verlo hacerse efectivo más rápida y sistemáticamente. Bien llevado, finalmente resulta en algo en lo que también creo: “El mejor gobierno es el que no tiene que gobernar en absoluto”. Y cuando los pueblos estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tengan. En el mejor de los casos, el gobierno no es más que una conveniencia, pero en su mayoría los gobiernos son inconvenientes y todos han resultado serlo en algún momento. 
Desobediencia Civil de Henry D. Thoreau

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