A 3,50 CADA TETA

Hoy hace justo una semana que intentaron convertirme en proxeneta. Resulta, que siendo ya altas horas de la mañana, y estando muy bien acompañado, como aún había vitalismo y ganas de seguir disfrutando el placer de la amistad, decidimos ir a una de esas discotecas que cierran más tarde...

En la puerta, cuál fue mi sorpresa, que según lo que tuviéramos entre las piernas, nos separaban en filas, como ovejas en un matadero, judíos en el muro de las lamentaciones o una criba en el III Reich. Yo me preguntaba extrañado a qué se debería esta extraña conducta, porque si bien es cierto que en otras religiones se acostumbra a separar a hombres y mujeres al entrar en los santos lugares, en la mía no es nada habitual... Lo curioso fue cuando contemplé estupefacto que la cola de las señoritas se dirigía directamente al interior del recinto, mientras que la de los varones daba un pequeño rodeo, pasando por caja, siendo obligatorio abonar la no insignificante cantidad de 7 euros. Me vino a la mente el relato de Victor Frankl  en Auscwitz: nos ordenaron dejar el equipaje en el tren y formar en dos filas, una de mujeres y otra de hombres, para desfilar ante un oficial de la SS de alta graduación.  Esta vez no había oficial, sino portero, aunque en estética la diferencia era más bien poca. 

Mis principios me provocaron un ataque de ira indignada. ¿Qué clase de sociedad estamos construyendo? Que casualidad, ese mismo domingo, el texto de Adán y Eva. Un texto que si se interpreta correctamente dice claramente una cosa: el hombre y la mujer son iguales porque están hechos de la misma materia. Los judíos y otras culturas, consideraban a la mujer inferior, usando la metáfora de que el hombre es de oro y la mujer es de plata. El relato del génesis, con miles de años, se atreve a decir que el hombre y la mujer están hechos de barro, algo frágil, pero insuflado ni más ni menos que por el mismísimos Dios... Después de siglos de lucha feminista, buscando que ese texto milenario sea realidad, y el hombre y la mujer sean considerados,en su diversidad, iguales en derechos y deberes, ahora resulta que en esto nos hemos convertido. 

Por supuesto en cuanto me paré más de 30 segundos en la cola, el portero de las SS me metió prisa. Lo curioso fue que mi discurso de indignación y mi homilía sobre principios fue tan convincente (o quizás larga, extravagante, no se), que el portero me dijo: Anda pasa!. No se si porque en el fondo pensaba lo mismo, o como se ganan muchas veces las batallas, por no tener que escucharme más. 

No me siento orgulloso, en realidad no tendría no que haber pasado (claro que uno tiene que hacer media para complacer sus múltiples motivaciones), porque claro está, el problema no eran los 7 euros (o no sólo), sino la base antropológica que hay debajo de esos 7 euros. Por supuesto que las mujeres entren gratis no es como dicen los de la rosa "discriminación positiva", sino una forma de llenar la tienda de cebos de pesca, como en esos cornijales en los que meten becerros y cabras para que los ricos amantes de la caza (y torpes) paguen por sentir que saben hacer algo...cada mujer que entra gratis es una coreana para pescar hombres salidos. Las señoritas entran incautas, con sus tacones y sus minifaldas, quizás creyendo que entrar gratis es un derecho constitucional o un logro de la socialdemocracia, y sin embargo son carnaza desalmada...les están poniendo el módico precio de 7 euros, o lo que es lo mismo, 3,50 cada teta

Los varones, por su puesto, cuando llegamos allí ya estamos lo suficientemente bebidos para pensar en discutir por estas cosas, algunos con vanas esperanzas de pillar cacho, otros, simplemente, por estar con buenos amigos disfrutando del baile y del tiempo existencial. Sea cual sea la motivación de entrar, el precio distintivo presupone que lo que queremos es "entrar a follar", y por supuesto, a follar mujeres, que son las que entran gratis...el cebo que le gusta a este tipo de pescado llamado cerdo. 

Se nos da muy bien a los hombres y mujeres postmodernos (como dicen por ahí), pasar por esta vida sin plantearnos nada, ni estrenar la libertad...preocupados por el cómo, y pasando del por qué. Actuando inconscientes, como marionetas pasivas de un sistema de mercado al que sólo le interesa crecer fagocitando absolutamente todo lo que encuentra a su paso. Sólo nos preocupa pensar cómo vamos a pagar la entrada, cómo vamos a pagar el cubata, cómo vamos a tirarnos a alguien...nadie se pregunta el por qué, y así, vivir con algo de consciencia es como despertar en una película de zombis, rodeado de "personas" que quieren vivir sin importar los cadáveres que dejan a su paso, y sin saber muy bien por qué tienen hambre de cerebros. 

De nosotros depende, seguir siendo cerdos que esperan en el matadero, coreanas en tiendas de pesca, zombis en centros comerciales, o personas, ciudadanos libres, frustrados pero vivos, conscientes de nuestra capacidad de cambiar las cosas. Yo ya he entrado gratis, tú también puedes

Comentarios

  1. Me alegro tantísimo de que hayas denunciado este hecho...

    Día a día o mejor dicho, jueves a jueves, mis ideales se ponen a prueba ante la falta de sinceridad, justificación y motivación que usan mis compañeros y compañeras para salir de fiesta.

    Parece que la única diversión del mundo es la de salir de noche, con cuanta menos ropa mejor, y comportarnos y actuar de una forma de la que nos abochornaríamos bajo el efecto de simple agua.

    Mis amigas hablan de que ésa es la verdaderas diversión, el sentido de la vida incluso, otras argumentan que se gustan a sí mismas cuando salen "de fiesta", muy posiblemente ajenas al matiz que nos has expuesto, Omar.

    Mis amigos van a ver el escaparate y aprovechan los estados de nocturnidad y semi-inconsciencia para poder optar a algo que, tal vez, si hubieran abierto la boca, hubieran rechazado o hubieran sido rechazados.

    Gracias Omar :P

    PD: Te echo de menos, parece que hubieras desaparecido

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