No es la crisis de los 30

Y así sin aviso llegas a los 30,
te sientes canoso y atractivo
 hasta que un día descubres que ibas para obispo,
porque tu cabello le está haciendo hueco al solideo,
y el último en darte cuenta
(una vez más,
como en la vocación y en la orientación)
 eres tu mismo.
Y vas asistiendo a bodas y bautizos,
y sientes que los días pasan,
buscando el sentido entre horas de trabajo,
recalculando ruta una y otra vez
sin saber muy bien a dónde te diriges,
pero con la constante sensación de que esto va más rápido de lo que pensabas,
y como en la feria,
 en cualquier momento para el cacharro
 dejándote con la sensación de estar a medias...
 Y te das cuenta de que llevas más de un año sin escribir,
porque ahora escribes la declaración de la renta,
y que el amor no es lo que te habían contado,
 y van tornándose más grises  las Navidades,
las salidas nocturnas (si es que ocurren),
y las fiestas de guardar..
Y llegas cada noche a casa rendido después del trabajo,
con la idea de que tus padres aguantaban mucho más,
comido de pensamientos, y haciéndote paso entre wasaps y notificaciones,
mandando a la papelera mails indeseables,
 y evitando mensajes para que compres cosas que no necesitas
 pero un día buscaste.
Vas, sin darte cuenta, cambiando...
 utopía por seguridad,
deseo por necesidad,
aventura por miedo,
aburguesándote,
dejando de dar limosna en la calle a esos que ahora llamas "vagos".
Los albergues te incomodan,
y no compartes coche para no hablar con la gente,
cambias caliguaro por reserva, y prefieres siempre "pagar un poco más".
Te prometes que viajarás más el año que viene,
que pasarás más tiempo con la gente que quieres,
pero termina queriéndote tí miso, llamando hogar a la hipoteca
y pagando netflix aunque no lo utilices...
porque no tienes tiempo.


Ojalá fueran los 30 pero esto se repite

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