VOYEURISMO TRANSCENDENTE

Digamos que hay dos fuerzas que se oponen, pero que forman en verdad parte de una misma realidad. Son opuestas pero complementarias, distintas pero interdependientes. Del constante fluir de ambas, de su lucha aparente que es en verdad un juego de seducciones, depende el fluir de la existencia, el progreso y la Historia. Una puede ser yin y otra yang, pero tiene muchos nombres. Es el invierno y la primavera, lo activo y lo pasivo, la derecha y la izquierda. 
La faz conservadora tira hacia la tierra para que el progreso no vuele al margen de la realidad, mientras, el progreso anima a su antónimo a elevarse, para no caer en un inmovilismo mortal de necesidad. Creo que en la creatividad del caos hay un orden escondido, que de la destrucción emerge lo nuevo, que no hay orgasmo sin avance y retroceso de dos pelvis, que no hay vida sin la sístole y diástole del corazón del universo. 


Por eso a veces me quedo sin quererlo como un observador imparcial, como un voyeur de la historia y del tiempo. Observo la realidad política y social como el que mira dos perros follando, con curiosidad morbosa, pero sin intervenir. Claro, como estoy vivo, a veces tomo parte, y hablo mal de vox, me indigno porque alguien no recicla, o me cabreo por cualquier tontería de un sector carca de la Iglesia. Me encarno y tomo parte, me embarro , me alisto en un bando, en una opinión, en una noble o no tan noble acción... Lo hago claro está, pero sin abandonar mi parafilia transcendente, sin perder ese transfondo de observador, de voyeur cósmico, como viendo un monólogo, sin creérmelo del todo, sabiendo que en verdad todo forma parte de la misma Realidad Última. Como ejerciendo un papel de la obra, con el que me puedo identificar a duras penas...como cuando de repente en el cine, sales de la pantalla,  y recuerdas que todo eso no es verdad, que estás en el cine, y puedes mirar las caras del resto de espectadores emocionados realmente por esa ficción a la que han asistido pagando. Te alivia por unos momentos que la angustia no es real, pero en parte te jode la película. 

Claro que, luego me doy cuenta de que es un momento muy voyeurístico...que nos dejamos los ojos en escudriñar la vida de los vecinos en redes sociales, el deseo se forja con la pornografía, y miramos al mundo enfermo como si fuera otra dimensión. Da igual que sean niños sangrando o muertos en la playa, políticos corruptos o deshielos polares. Eso es algo que le pasa a otros, como la  enfermedad o la muerte.  
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Y así pasa el tiempo, que es abril y aún pongo 2018, contemplando poco a poco cómo se ensanchan las aceras de mi pelo, las estrías de mis ojos, las facturas del buzón...y cómo se estrechan el ocio y los encuentros, las aventuras, el placer, el tiempo de escribir. Y me invade el miedo al momento de los créditos, los que tengo con el banco y los del final de la película. 

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